lunes, 11 de abril de 2011

Camino Honorable.

Regresó al sitio donde me había dejado.
— Gracias —fue su primera palabra cuando me devolvió los papeles—.
Y perdón.
A orillas del río Piedra me senté y sonreí.
— Tu amor me salva, y me devuelve los sueños — le dije.
Se quedó callada, sin moverse.
Cantar la música que nos pide el corazón.
— Pero después de llorar de nostalgia por nuestros sueños, el
responsable se promete a sí mismo:
¡Mi lengua se me pegue al paladar
si de ti no me acuerdo…!
Sonreí una vez más.
— Te estaba olvidando. Y tú me haces recordar —me dijo.
— ¿Crees que recuperarás tu don? —pregunté.
— No lo sé —respondio.
—Pero siempre se nos concede una segunda oportunidad en la vida. Me la están dando contigo. Y me ayudarán a encontrar nuestro camino —le afirmé.
— Nuestro camino? —Me interrumpió de nuevo.
— Sí, el nuestro.
La cogí de las manos y la levanté.
— Vete a buscar tus cosas —dije—. Los sueños dan trabajo.

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